La arquitectura tiene la capacidad de evocar y transmitir diferentes sensaciones a quienes visitan un determinado espacio. Para ello, existen muchas estrategias o mecanismos, algunas de las cuales ya hemos explicado en anteriores entradas del blog. Uno de ellos, puramente espacial y que se utiliza de forma recurrente en todo tipo de proyectos, es el de compresión–dilatación.

El espacio comprimido es aquel en el que el cuerpo humano percibe una sensación de compresión, como si la altura libre fuese insuficiente para la escala humana. En general, se trata de una sensación que suele producirse en espacios amplios y de poca altura. Por el contrario, cuando los espacios son muy altos (disponen de una doble altura o más), el efecto es inverso, y la sensación que produce en el espectador es de dilatación y amplitud.

Dibujo de Alberto Campo Baeza del Pabellón de Pibamarmi Sísifo

El resultado de emplear estrategias de compresión-dilatación en proyectos de arquitectura se percibe con nitidez en las transiciones desde espacios estrechos hacia otros consistentemente más amplios. En palabras de Alberto Campo Baeza, uno de los arquitectos que más ha escrito sobre ello, “el efecto que la arquitectura produce en estos casos es de gran eficacia espacial”. Y es que las sensaciones que producen estos mecanismos pueden apreciarse en ejemplos cotidianos como la transición que se produce entre los vestíbulos de acceso y la nave central de las iglesias, salas de cine o auditorios, e incluso entre los pasillos de circulación respecto a las gradas de un estadio. 

En definitiva, la presencia de estos espacios aporta una complejidad espacial y visual muy interesante en los proyectos de arquitectura. Veamos a continuación algunos ejemplos concretos:

Fotografía de Hisao Suzuki

Caves Bell-lloc – RCR Arquitectes, 2007. Se trata de una bodega cuyos espacios de circulación consisten en un túnel de escasa altura libre. A lo largo de su recorrido, muchos de los espacios interiores se abren al exterior, lo que provoca un notable efecto de compresión-dilatación, tanto luminoso como espacial. En este caso, la transición espacial se produce entre la estrechez del recorrido subterráneo y la infinitud del espacio exterior.

Fotografías: José Manuel Juan

CaixaForum Madrid – Herzog & De Meuron, 2008. La planta baja de este emblemático museo está compuesta por tres núcleos de acceso. Sobre ellos, el resto del edificio parece levitar. Para conseguir esta sensación, los arquitectos plantearon una altura libre muy reducida en el exterior, similar a una línea de sombra. Sin embargo, una vez en el interior del edificio, una única escalera conecta visualmente todas las plantas a través de un atrio. Se trata de una brusca transición desde un espacio comprimido hacia uno dilatado, lo que produce gran impacto en los visitantes.

Fotografía de Damiano Steccanella

Pabellón Pibamarmi Sísifo – Alberto Campo Baeza, 2013. Una gran piedra de travertino nocciola se suspende en el aire a 1.90m de altura en el interior de un cubo de luz cuya altura libre es mucho mayor. Para llegar a las oficinas, los visitantes deben cruzar bajo la piedra y sentir el peso de la gravedad y la compresión espacial.

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